Los albinos son considerados en África espíritus, seres de otro mundo dotados de poderes inconmensurables, fantasmas negros de piel blanca. La primera vez que conocí personalmente a uno de ellos fue en 2009, en Dakar, capital de Senegal, y no tenía nada de espíritu, ni de fantasma, era un ser humano, como todos nosotros, y la única y bella diferencia que aprecié, fue su color de piel.
Durante los últimos diez años de mi vida, he trabajado por la promoción y defensa de los derechos humanos, lo que conlleva la denuncia de las injusticias producidas por el ser humano a sus semejantes y el apoyo a través de varias organizaciones a los colectivos más vulnerables.
En 2009, conocí a Aboubakary Sakho, presidente de la Asociación de Albinos de Senegal, quien me habló, en primera persona, ya que él mismo es albino, de la dramática situación en la que viven los albinos en África.
Me quedé sin palabras. Honestamente, avergonzado de haber estado ignorando hasta este momento las atrocidades que me contó. Al mismo tiempo, pensé: Si yo no lo sé, ¿cuánta gente no lo sabe?
Desde entonces, decidí centrar mi lucha diaria por la defensa de los derechos de las personas africanas con albinismo, dándoles voz e intentado que se les reconozcan plenamente sus derechos.
Los albinos son personas con una anomalía en la piel. El albinismo es una condición genética en la que hay una ausencia congénita de pigmentación (melanina) de ojos, piel y pelo, que puede presentarse tanto en los seres humanos como también en otros animales e incluso plantas, causado por una mutación en los genes. Es hereditario, y aparece con la combinación de los dos padres portadores del gen recesivo, aunque ellos no sean albinos. En los individuos no albinos, los melanocitos transforman un aminoácido en la sustancia conocida como melanina. La melanina se distribuye por todo el cuerpo dando color y protección a la piel, el cabello y el iris del ojo.
Hoy en día, está muy extendida esta condición genética en el mundo, pero en África se encuentra el mayor porcentaje de personas con dicha anomalía, siendo perseguidos, asesinados y mutilados.
Los atacan para hacerse con partes de su cuerpo, como el pelo, los genitales, las extremidades y los órganos vitales, que luego venden, en el mercado negro, para practicar la brujería. Se cree que sirven como talismanes de buena suerte y para atraer la riqueza. Hay quienes piensan incluso que los albinos no son humanos.
Es, sin duda, el miedo y la ignorancia lo que hace que el ser humano actúe de esta forma tan horrible ante esta enfermedad. Como decía Machado, “todo lo que se ignora, se desprecia”.
Es necesario, pues, ayudar a las personas con albinismo en África, para que no se siga ignorando su enfermedad y despreciándoles como personas. Es necesario cooperar con ellos, a fin de que se les escuche, se les respete, salgan de la situación de verdadera exclusión en la que se encuentran y se inserten sociolaboralmente en la sociedad africana.
En Senegal, por ejemplo, los albinos son rechazados por la sociedad, abandonados por sus propias familias, discriminados en las escuelas, maltratados o señalados y condenados a mendigar por falta de oportunidades para encontrar cualquier tipo de trabajo. Sufren de la incomprensión y del rechazo. Pero su problema va más allá de la integración social. Suhandicap, como ellos lo llaman, se agrava por las duras condiciones ambientales. Sus problemas físicos se intensifican por falta de los medios más elementales para evitarlos, puesto que no disponen de instrumentos para protegerse del sol. Las cremas solares de protección total son un artículo de lujo. Ni siquiera se comercializan en gran parte del continente. Sin acceso a estas cremas y pese a cubrirse el cuerpo y cabeza con telas, el sol daña su piel, provocándoles heridas, manchas y, en un gran número de casos, cáncer de piel.
El cáncer de piel es la principal causa de muerte entre la población albina africana, y la aparición de manchas y melanomas en su piel causa su total rechazo físico.
Sin embargo, un simple gorro o unas gafas de sol les podrían salvar la vida.
Con una esperanza de vida que no supera, en la mayoría de los casos, los cuarenta años, las personas con albinismo en África se enfrentan a un calvario continuo, en el que las barreras culturales y tradicionales les excluyen de los sistemas de salud, educación, alojamiento y empleo.
Ellos mismos no tienen información ni conocimientos sobre su condición, carecen de tratamientos y de fármacos.
Son víctimas de la negligencia y hostilidad de los gobiernos e, incluso, de sus propias comunidades. En algunos casos, no se les permite siquiera mantener relaciones matrimoniales.
Las mujeres y las niñas son las más vulnerables, si cabe, entre los albinos. Sufren numerosas y continuas discriminaciones y son víctimas de violaciones y raptos debido a falsas creencias, según las cuales mantener relaciones sexuales con una mujer albina puede curar enfermedades como el VIH/SIDA.
Son muchos los testimonios que podríamos ofrecer. Por ejemplo, el de Ibrahima Kailiou Diallo, de 27 años, que llegó a Dakar con el fin de abrir una tienda para ganar algo de dinero. Se declara un vendedor nato, de carácter muy comercial. Con la apertura de la tienda pretende no desplazarse mucho, de modo que su piel sufra menos por el intenso sol. Sin embargo, por el momento, mendiga para sobrevivir. Se mudó porque tenía vergüenza de pedir limosna en su pueblo, pero en Dakar sigue haciendo lo mismo. No obstante, señala: Tan pronto como haya ganado suficiente dinero para empezar mi comercio, volveré a casa. Estoy casado con una mujer negra, desde hace tres meses, y me necesita a mí y a mi sostén, es necesario que yo esté a la altura.
Por su parte, Daba Sougou, de 10 años, tiene heridas sobre el cuerpo a causa del sol, que se hinchan mucho y le causan lesiones. Le prescribieron cremas en el hospital, pero esto no cambió gran cosa, ya que no tiene acceso a las mismas. Lo que más desea es ir a la escuela, como los niños de su edad. Tiene dos hermanos pequeños albinos y dos hermanos mayores que fallecieron porque no soportaban el sol.
Por tanto, aun en estos tiempos de crisis, no nos queda otra que seguir echando una mano a los que más lo necesitan, tanto en nuestro país, como fuera de nuestras fronteras, donde las necesidades más básicas siguen siendo ingentes. Y seguir siendo orgullosos de ser españoles, y solidarios, pues, como recoge un informe de la Comisión Europea del pasado mes de junio, a pesar de nuestra actual situación, la solidaridad de los españoles con las personas en situación de pobreza no ha variado en este último año.
Como presidente de la Fundación 10.12.48, quiero invitar a todas las personas comprometidas a que sigan luchando por lo que creen. A que apoyen al vecino, al inmigrante, a la mujer víctima de violencia, a los niños de la calle o a los albinos de África.
Como decía Nelson Mandela, “superar la pobreza no es una cuestión de caridad, es un acto de justicia. Al igual que la esclavitud y el apartheid, la pobreza no es natural. Es una creación del hombre, y como tal, puede ser superada y erradicada por los seres humanos”.
A veces una generación puede hacer algo extraordinario. Tú puedes ser parte de esa generación. Permite que tu grandeza florezca.
Raúl Celda Montalt
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